viernes, 19 de julio de 2013

La Teoría de las Ventanas Rotas

Hoy quiero hablaros de algo, que aunque no tiene que ver directamente con la gestión comercial y el marketing, lo considero realmente interesante, e importante, ya que refleja fielmente el preocupante estado de la localidad donde resido, La Línea de la Concepción. Se trata de la “Teoría de las Ventanas Rotas”.

En el año 1.969, el profesor Philip Zimbardo, de la Universidad  de Stanford (EEUU), realizó un experimento de psicología social. Dejó dos vehículos abandonados en la calle aparcados, idénticos, de la misma marca, modelo y hasta color.

Uno lo dejó en el Bronx, por aquel entonces un barrio pobre y conflictivo de Nueva York. El otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California.

Dos coches idénticos abandonados, en dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.

Resultó que el vehículo abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, la radio, etc... Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no lo destruyeron. En cambio el coche abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito, tema en el que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, de derecha y de izquierda.


Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí. Cuando el coche abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron una luna del automóvil de Palo Alto. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.

¿Por qué una simple luna lateral rota en el coche abandonado en un vecindario supuestamente seguro y acomodado, es capaz de disparar todo un proceso delictivo?

No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. Un cristal roto en un turismo abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés y despreocupación, que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufría ese coche reafirmaba y multiplicaba esa idea, hasta que la escalada de actos cada vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la 'teoría de las ventanas rotas', misma que desde un punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.


Tengamos en cuenta lo siguiente. Si se rompe el cristal de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí muy probablemente se generarán más delitos. Si se cometen 'pequeñas faltas' (aparcar en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse un semáforo en rojo, orinar en la vía pública, arrojar basuras en plena calle, etc…) y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.

Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que deja de acudir a ellos por la propia suciedad y abandono, o por temor a las pandillas o asaltantes), esos mismos espacios abandonados son progresivamente ocupados por los delincuentes.


La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década de los 80 en el metro de Nueva York, el cual se había convertido en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas transgresiones: grafitis deteriorando el lugar, la suciedad de las estaciones, el orden y civismo entre el público, evasiones del pago del ticket, pequeños robos y otros desórdenes. Los resultados fueron evidentes. Comenzando por lo pequeño se logró hacer del metro un lugar seguro.

Posteriormente, en 1994, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, basado en la teoría de las ventanas rotas y en la experiencia del metro, impulsó una política de "tolerancia cero". La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana. El resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices criminales de la ciudad de Nueva York.


La expresión 'tolerancia cero' rápidamente la asociamos a una especie de solución autoritaria y represiva, pero su concepto principal es más bien la prevención y promoción de condiciones sociales de seguridad.

No se trata de linchar al delincuente, ni de la prepotencia de la policía. De hecho, debe también aplicarse la tolerancia cero respecto de los abusos de la autoridad. No es tolerancia cero frente a la persona que comete el delito, sino tolerancia cero frente al delito mismo.

Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana, como la que desgraciadamente no tenemos ahora en La Línea.

Más información sobre la teoría:
http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_de_las_ventanas_rotas
http://es.wikipedia.org/wiki/Tolerancia_cero

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